martes, 10 de julio de 2012

Reflejo de mí... Carola mía!

A Carola le encanta jugar con sus amigas del barrio. Hace unos meses las descubrió jugando en la calle despues de las 6pm, y me pidió, mas bien me rogó, que la dejará salir y conocerlas. Al principio yo estaba renuente porque no me hacía gracia la idea de dejarla sola en la calle con desconocidos, pero algunos amigos empezaron a darme "bateo" diciéndome si ya se me olvidó como "mataperreé" en el Cerro, que la pobre estudia mucho, es muy buena y aquí siempre están encerrados en aire acondicionado. Después de varios días de prueba, monitoreándola a todo minuto, conociendo a todos al detalle, dejé que Carola saliera a jugar con sus amigas nuevas del barrio. Y ahora sale todas las tardes a jugar con ellas.
Yo la vigilo, la superviso cada tres segundos, no la dejo sola, porque aunque vivo en un barrio tranquilo y cerrado, a una nunca se le quita el susto en este país, con el bombardeo de "malas noticias" que trasmiten por todos lados, donde siempre hay un niño o un adolescente muerto. Mientras la "chequeo", escucho sus conversaciones y muchas veces tengo que disimular la risa con lo que hablan, y otras tener que aclarar ideas, opiniones y sucesos cuando estamos solas Carola y yo recogidas ya en la casa.
Ayer una de las niñas, que según los demás "tiene el pelo igualito a la princesa de Brave", anunció que una tía la enseñó a leer la palma de la mano y se brindó a dar consultas gratis. Todos los niños extendieron su mano pa' que se las leyera. Cuando le tocó el turno a Carola le dijo que tendría "three sons and two husbands". Yo en silencio, observaba y escuchaba. A Carola se le iluminó el rostro y dijo: really? Y la "aprendiz de gitana" enseguida confirmó su vaticinio asegurando que si, que tendría tres hijos y dos maridos. Carola se miraba la mano, me imagino que preguntándose como podría tener toda esa información alli, y de pronto le preguntó a "la adivina incipiente" si tendría los dos maridos a la vez. Yo enseguida me puse alerta, preparada a contestar alguna pregunta escabrosa. La amiga que tiene "tiene el pelo igualito a la princesa de Brave" y que ya presume de dotes de bruja, le contestó indiferente: "I don't think so". Carola se miró la mano una vez más, hizo un gesto de no importarle y enseguida pasó su atención hacia otra niña con una pelota. Yo me quedé mirándola mientras pensaba que definitivamente tendría una conversación con mi hija, porque todavía no entiendo si el gesto que hizo al saber que no tendría dos esposos a la vez era de desilusión, aburrimiento o simplemente porque no entendía porque no podía tener los dos esposos a la vez. 
Por la noche, mientras estábamos relajadas en el sofá, yo leyendo y ella mirando una de las series de Disney, le saqué el tema. Le pregunté curiosa que por que había hecho aquel gesto después de la respuesta de la amiga. Ella no se acordaba de nada, o sí y se hacia la desmemoriada. Le conté todo lo que habia pasado y me dijo que no entendía porque su mano dice que tendría dos esposos cuando ella no pensaba en eso, y tampoco entendía porque tendría tres hijos cuando no quería tantos hijos. Respiré aliviada. Al parecer no tendría que desmitificar aquello del matrimonio pa' toda la vida y tampoco tendría que hacer una oda al divorcio. Le dije que no se preocupara que la vida la llevaría por el camino que quisiera y que cuando llegara a ese puente, ya veríamos que había del otro lado, que mientras tanto era una niña y que se preocupara por asuntos de niñas y no por asuntos de adultos, que cuando creciera ya iba a querer volver a ser una niña pa' no tener tantas preocupaciones en la cabeza. Carola me miró, suspiró y dijo: "mami yo quiero crecer ya y ser como tú". Suspiré preocupada y pensé que definitivamente tendría una conversación con mi hija, porque eso de que quiere ser como yo de grande puede tener muchas implicaciones. Sobre todo, dependiendo que es exactamente lo que admira Carola de mí como pa' querer repetirlo en su vida. 
Carola dio por terminada la conversación al verme pensativa y en silencio, y volvió a su serie  de Disney. 
Yo al ver que la noche estaba tranquila, ella estaba tan absorta en su serie y yo tenía un libro bien interesante entre manos, decidí no seguir complicando el asunto porque en definitiva los gringos dicen que lo que no está roto, que no se arregle, y Carola ya habia aclarado que ella ahora "no pensaba en eso de tener esposos", asi que ¿pa' que hacerla pensar en el tema? Además, que sería muy mentiroso de mi parte decirle que es muy feo querer tener dos esposos a la vez, que eso de tener dos hombres a la vez es pecado, que hay que tener un solo esposo, un solo hombre, blablabla... cuando realmente he pensado que sería fabuloso tener dos o tres hombres que tuvieran cada uno, lo que una nunca encuentra en uno solo. Porque siempre pienso que vas por la vida conociendo hombres diferentes y al final dices que ojalá este de ahora tuviera esto de aquel, y terminas finalmente anhelando un "combo" como en McDonalds: un tipo que tenga lo que más te ha gustado de cada uno de los tipos que has conocido, y precisamente ese es el hombre que nunca aparece. Así que mejor olvidábamos el tema y no lo complicábamos mas. De todas maneras, ya Carola dijo que cuando fuera grande quería ser como yo, y ya con esa afirmación, yo tengo muchas noches por delante pa' preocuparme... digo yo!

Vieja columna para un Lobo Estepario



Para A.C, entonces actor

Una columna puede ser la única ascensión posible al cielo. Y mucho más si detrás de esa columna me esperas tú.  Oculto en la oscuridad. Fumando sin parar como de costumbre. Tu perfil serio y el humo a contraluz me anuncian la noche entre tus manos. A merced de tu boca. El pasillo entre los albergues está medio vacío a esta hora. Sobre nosotros muchos duermen, copulan, beben, ensayan, sueñan. Casi no nos vemos, somos dos sombras en la noche, invisibles, que se reconocen por el olor, por el tacto.
Llego y las colillas a tu alrededor me advierten de tu impaciencia. Tus brazos se abren para acogerme. Me besas como si fuera la última vez. Como si después de ese beso se acabara el mundo. Tus labios apretados contra los míos. Tu lengua curiosa recorriendo  cada rincón bucal. Tus dientes mordiendo desesperados como si fuera tu última presa, la única. Porque siempre me amas como si fuera la última vez. Tus brazos me aprietan y nunca sé si es por protección o por miedo a que me escape. Me acurruco entre ellos, frágil, indefensa. Te encantan mis tetas, las de entonces, las descomunales antes de la cirugía. Redondas, enormes, con grandes pezones rosados. Te encanta morderlas. Sumergirte de cabeza en ellas hasta la asfixia.  Con la boca llena. Comiéndolas sin control. Comiendo mucho más de lo que tu boca puede masticar. Te encantan mis tetas y no paras de tocarlas, de chuparlas, de morderlas, como si fuera el único objeto de placer que existe en ese instante en el Universo. Te encantan mis tetas y yo no paro de moverme-friccionar mi clítoris tras dos capas de tela, contra tu pinga tras dos capas de tela también. Los ojos al cielo, la cabeza hacia atrás y tú atragantado con mis tetas. Sin detenerte, sin fin. Mis manos te aflojan la tira del pantalón de ensayos y se cuelan ansiosas buscando. Unas figuras calladas cruzan por el descampado hacia las Cúpulas, pero nosotros seguimos amparados en el camuflaje de la noche, de la columna. Mis manos logran romper el cerco de las dos capas de tela, del calzoncillos y apresan tu pinga. El manoseo se hace inminente y sé muy bien lo que te gusta, los puntos exactos para enloquecerte. Una mano, mi mano, desde tu glande hasta tus testículos, y con la otra mano me toco a pesar de mis dos capas de tela. Tus manos ocupadas siguen en mis tetas hasta que logro con mis manos tocándote los puntos exactos, romper la fascinación de tus manos-boca-lengua-dientes con mis tetas. De castigo recibo una mordida en mi labio inferior, pero no importa. Tu pantalón pierde el equilibrio y cae sin sentido. Mi sayona logra por obra y gracia de algún fenómeno físico, permanecer alzada en mi cintura. Mis movimientos manuales se vuelven frenéticos y tú pierdes el control. Vuelves a castigarme mordiéndome los labios con salvaje tiranía. Me aprietas fuerte la mano dentro de tu calzoncillos, forzándola a detenerse. En este punto soy una caldera de vapor al máximo, a punto de explotar, y lo sabes. Porque sabes leer cada gemido mío en la oscuridad, cada gesto, cada contracción. Experto, cuando me tienes al borde de la columna, allá en lo alto y a punto de lanzarme al abismo, me la metes de pronto sin piedad. De una sola estocada profunda, clavada completamente sin misericordia. Y torturador sádico de mis deseos, logras que explote mi orgasmo casi sin moverte, sobre tu glande hinchado, hambriento, a punto de reventar. Mis espasmos, mi grito ahogado para no ser descubiertos por las figuras deambulantes, exprimen tu semen de una sola ordeñada, y nos venimos juntos, de cara al cielo. Ese cielo limpio que tenemos entre los albergues y las Cúpulas, desde la columna, único testigo de nuestra cita. Conectados, encharcados, sin fuerzas para despegarnos, escuchamos el ruido de nuestros fluidos al menor movimiento. Nuestros fluidos que furtivamente resbalan por nuestros pliegues interiores, buscando la salida hacia la noche.
Todo es perfecto. Todo menos, extraño Lobo Estepario, que en un brusco movimiento me empujas lejos de ti. Me destierras del placer, maldices en voz baja, abiertamente, este deseo que te quema, este amor que te encadena a mis tetas, noche tras noche, detrás de esta columna, sobre cualquier muro de la Escuela, en tu litera, en las gradas del teatro del Castillo de Hamlet, en cualquier rincón de ladrillos rojos donde nos atrape la noche. Me maldices, me reniegas. Enciendes un cigarro que chupas furioso, y en un acto de negación total, te quemas a propósito la palma de la mano. Apretando furioso la colilla encendida contra tu piel. “Recordaré el dolor de esta quemadura cuando no estés, cuando me faltes, cuando te vayas, puta.” Me dices entre dientes y sé que te brillan los ojos de ira. “No me iré, siempre estaré contigo.” Susurro. “¡Cállate! Recordaré el dolor de esta quemadura, en vez del placer de tu cuerpo”. Repites y sé que tienes los labios apretados de cólera. Te miro asustada, con la certeza de la locura habitando entre tus huesos. ¿Pero quién no está loco entre estos ladrillos rojos? ¿Quién no está loco en esta Escuela repleta de notas musicales repetidas, de trazos multicolores inconclusos, de movimientos danzarios hechos una y otra vez, de versos trágicos de Shakespeare, de arcilla maloliente apresada en tanques de metal? ¿Quién? “¡Vete!” Me gritas. “¡No quiero amarte! Porque si no te amo, nunca te tuve, y si nunca te tuve, nunca te perderé. ¡Vete!” Gritas fuera de control, y algunas figuras oscuras apresuran el paso entre las sombras del pasillo. “¡Vete!” Y sollozas como un niño abandonado. Como un loco perdido. ¿Pero quién no está loco hasta el punto de creerse su propio personaje entre estas paredes de ladrillos rojos? “¡Vete!” Y sollozas, sollozas, y me voy. Con mi sayona estrujada, mis muslos goteando, mis tetas descomunales, y los ojos secos de lágrimas de incomprensión.
En un último gesto de debilidad, antes de regresarnos a nuestras casas de vacaciones, vuelvo a tu litera. Adivino que llevas rato con la vista perdida, fumando sin parar y sin comer. Te beso buscando tu deseo. Te toco, te zafo la tira del pantalón de ensayos y rompo el cerco del calzoncillos. Tu pinga instintivamente se para con mi roce. Cierras los ojos y gimes. Cierras los ojos y te entregas a las ganas de manosear mis tetas. De pronto, abres los ojos y me aprietas las manos. Una vez más me detienes. Con los labios apretados y los ojos brillando de furia, me enseñas tu antebrazo quemado con las colillas de cigarro. “¡Vete!” Gritas ahogado. “Sólo recordaré el dolor de estas quemaduras y no el deseo loco que tengo por ti porque el deseo es efímero, el amor es efímero, pero mi dolor será eterno.” Y no sé si citas algún bocadillo o lo sientes. “¡Vete!” Me gritas con todo el oxígeno de tus pulmones. Y me voy, Lobo Estepario, me voy para siempre. Me voy por más de 20 años. Me caso, me divorcio, tengo una hija, vivo exiliada en una ciudad tropical. Me voy por más de 20 años lejos de ti, de tus quemaduras de cigarro que prefieres al deseo loco, inmenso, que sentías por mí. Me voy por más de 20 años hasta que ahora descubro, después de celebrar silenciosamente cada año tu cumpleaños el 9 de Febrero, descubro que nunca recordaste el dolor de las quemaduras y que siempre, siempre, tuviste el deseo loco, inmenso que sentías por mí. Porque tu dolor fue efímero, hasta el punto que no lo recuerdas, y tu deseo quedó latente. Pero ya estamos mas viejos y menos locos, tenemos muchas ataduras, vidas en hemisferios diferentes, y no tenemos el cielo entre los albergues y las Cúpulas. Tampoco la columna, aquella que pudo ser nuestra única ascensión posible al cielo, mi Lobo Estepario. Nuestro único camino de vencer al dolor y mantener el deseo, el amor, mi único y doloroso Lobo Estepario. Ya no la tenemos… y gracias a Dios, el dolor aquel, siempre fue efímero, y el deseo… el deseo… latente.

Del libro Exorcismo Final (Editorial Bokeh, 2014)

domingo, 8 de julio de 2012

Poemas


Revisando viejos papeles que tengo amontonados en mi mesita de noche, encuentro mas poemas de los que nunca enseño. 
Estoy haciendo una recopilación de mis escritos y escribiendo otros, porque estoy organizando un proyecto de libro que incluye mis escritos, mis fotos (hechas por mi como la que adjunto), ilustraciones creadas por amigos y fotos hechas por amigos.
Y si Yemayá quiere, el día del lanzamiento será un gran performance con amigos actores, videastas y músicos. 
Por el momento, es una locura soñada, otra mas, donde estoy ahora inmersa y no se hasta cuando, pero que me ha unido a muchas personas con grandes talentos, a los cuales agradezco mucho conocer y compartir. 

Tu voz

Tu voz en el teléfono me devuelve la paz
buenas noches mi amor
los murciélagos se alistan para cazar pesadillas
y una canción repetida a gritos
suspira por borrachos desvelados
tu voz
trae mariposas a mi pecho
desenvueltas mariposas multicolores
que se espantan al mínimo movimiento
-viejo cliché-
una muñeca de trapo yace olvidada en algún recuerdo lejano
recuerdo recurrente
pero tu voz trae de vuelta mi maquina del tiempo
necesito tu voz
como necesito tu carne entre mis carnes
tu cuerpo húmedo trepando por mi deseo
que se despeña por mis muslos
me arranco el vestido para ponerlo de bandera en tu pecho
y una fuga a mi rincón
es la única señal de sabernos juntos y saciados
tu voz
tu tranquila voz
amanece la luna sobre el mar
y lacia mi ansiedad cuando la tarde se encabrita por mis dedos
tu voz
necesito tu voz
y todo regresa lentamente
pacíficamente
al mismo lugar de donde salimos
láctea
en una sola nota musical
para una mañana cualquiera.
___________

De madrugada…

Cuento mis dedos antes de masticar
tu olor en la palma de mi mano
vibro guitarra adentro con cada esquina que mi música dobla
una pierna Norte
otra pierna Sur
y abierta por el eje central
imagino la estocada
sudor y silencio
gemidos y silencio
frente a mi suben créditos
alguien se desnuda en mi retina alta definición
y es tu cuerpo acomodado en mis espacios cerebrales
que desencadena la explosiva masturbación de esta madrugada
mis uñas huelen a tus entrañas de mis entrañas
mi boca seca recuerda aquello de sabor a ti
y mi ombligo es el escondite perfecto para tu pene erecto
estandarte del deseo
cierro los ojos baby
para saberte desperdigado en el trago azucarado que acompaña mis sábanas
mis sandalias yacen sobre lozas
como tristes bailarinas abandonadas
en el primer acto
cierro los ojos baby
y la electricidad compulsiva se apodera de mis huesos
ven
riégame de semen la flor de mis ansias
ven
ábrete a mis labios y báñame la garganta
con el torrente tibio
clorificado de tu vientre
            -¿o es mi torrente?-
ven
cierro los ojos baby
mi vagina
mis manos
tu sexo mi sexo
y millones de luces revientan
revienta luces a millones
ven
vengo…
____________

Te lo ruego

Cóseme al borde de tu pantalón
para acompañarte de amuleto por la vida
bébeme las arterias hasta anemiarme el alma suspirante por ti
presíllame a tu colchón
     y oblígame a hacer voto de silencio
para no pedirte a gritos que me poseas
tu lengua suave y lujuriosa
deposítala en el centro de mi clítoris
como quien deposita una flor de tus labios
y despacio
   muy despacio
libera mi deseo de tu cuerpo
arráncame los huesos y vuélveme marioneta
incapaz de perseguirte por los laberintos de tu destino
ponme una orden de restricción
un stop
una tormenta en mi cama
       que impida a mis labios saciar el hambre de los tuyos
dilúyeme en ácido la ansiedad por tu carne
encierra mis dedos
enciérralos en el oscuro rincón del infinito
       para que no sufran la tentación de tocarte
desaparéceme
bórrame de tu camino
haz cualquier cosa
            lo que quieras conmigo
menos negarme un minuto de tenerte a solas esta tarde
olvidados del Universo
menos eso mi amor…
¡desaparéceme, te lo ruego!
          
                                   Miami, Mayo 13, 2009