Hoy es
un día jodido pa’ mí porque es aniversario de muerte de mi padre, pero como
hace mucho decidí celebrar la vida en vez de la muerte, aprovecho pa’ escribir
esto antes de reventar, como un pequeño homenaje a la vida de mi padre.
Yo me
fui de Cuba porque me dio la gana primero, y porque me cansé que me dirigieran el
pensamiento y los sentimientos “orientándome” a quien tenía que recibir con una
banderita de papel en Boyeros y a quien tenía que darle un mitin de repudio,
por quien tenía que votar en las elecciones y por quien tenía que desfilar en
las marchas del pueblo combatiente, que tenía que comer y que no tenía que comer,
pero sobre todo me fui porque en 1991 entregué todas las membresías de
organizaciones políticas y de masas porque no quería que mi vida fuera un
eterno CDR y vivir en el miedo.
Justamente
por eso también me fui de Mayami, porque los extremos son un uroboros que en
su infinitud se repiten y en Mayami, esa ciudad que me encanta llena de buenos
amigos, desgraciadamente abundan los CDR de cubanos radicales y
fundamentalistas que como buitres -y me apropio del término que soltó alguien
por el cibersolar- están al acecho de cualquier cadáver pa’ hacer festín con la
carroña, tal y como ahora andan haciendo con Santiaguito Feliú, así como con
cualquiera que ellos juzguen que tiene la menor debilidad ideológica, y entiéndase
por debilidad ideológica todo lo que no entre en el rango de pensamiento
establecido por ellos que desafortunadamente es bien estrecho, tal y como lo es
el pensamiento del régimen.
Santiaguito fue ante
todo, un artista, grande, que donde quiera que llegara dejaba una estela de
luz, colores, versos y melodías, pero sobre todo dejaba una estela de vida,
porque era un tipo que amaba y celebraba la vida. Si era rojo, azul o verde, me
importa un carajo porque más allá de cualquier ideología, fue un hombre que
nunca hizo daño a nadie con sus ideas, ni siquiera a los que disentían de ellas,
y supo incluir a todos donde quiera que llegara, con su alegría y su arte. Y
eso es justamente lo que tienen muchos que aprender en Mayami, que las
ideologías son eso: ideas, y más que las ideas de cualquiera, lo que cuentan
son los actos. Y Santiaguito era un tipo que con sus actos hacía que todos los
quisieran con amor de verdad. Por eso prefiero mil veces un Santiaguito rojo,
tal y como lo era mi padre, que cualquiera verde, morado o azul que con sus
actos excluya o discrimine a otro por pensar diferente, ser negro, homosexual, o
simplemente ser como a ellos no les gustaría que fueran, y que aprovechan la
primera oportunidad, como buitres, pa’ salir proclamando la “manchita” que
encontraron y sobre todo festejar el triunfo de descubridores de manchitas
aglutinando a la multitud de dos pulgadas de pensamiento a su alrededor. Pero
tal y como dijera Alier González en su muro, una mujer valiente que no conozco
personalmente, me complace ver que las personas honestas y sensatas a mi
alrededor son quienes lamentan la pérdida de Santiaguito y eso pa’ mí es la
medida.
Y como la lucidez es mi
medida y ya dije que hoy es un día jodido pa’ mí, declaro que prefiero a un
Santiaguito rojo como mi padre, porque no me da la gana que el régimen gane y
nos mantenga aun fuera de la Isla, como en un eterno CDR, vigilándonos y odiándonos
los unos a los otros. No me da la gana que en su senilidad ridícula, Fidel
Castro Ruz se regocije porque durante 55 años de represión nos enseñó muy bien
la lección de salir a gritar como perros rabiosos contra cualquiera como si
fueran los obligatorios dos minutos de odio escritos por Orwell en “1984” pa’
seguir siendo bien vistos y aceptados ideológicamente, y sobre todo no me da la
gana que el régimen siga quitándome cosas: mi barrio, mis amigos, mi familia,
mi padre, el retorno a mi país, y ahora el recuerdo de todo aquello que me
mantenía a salvo sin enloquecer en Labana, aquello que era un oasis dentro de
un entorno social y político sin sentido y donde entre tantas cosas salvadoras estaban
las canciones de Santiaguito..
También declaro que no
me da la gana seguir viendo y escuchando que la rabia de un grupo del exilio siga
manchando con su cacareada “pulcritud ideológica” todo lo que fuimos y amamos,
al estilo de los sicarios del régimen y a la multitud hambrienta que los apoya.
A ese grupo del exilio, lo único que les doy es mi lástima infinita por su incapacidad
de amar, de incluir y de unir; mi lástima por su ceguera al no darse cuenta que
la muerte de un Santiaguito unió a muchos de mi generación por un día a través
del recuerdo de los versos de un trovador que nos hacían pensar diferente al
pensamiento oficialista imperante; pero sobre todo lástima porque no pueden apreciar
lo verdadero bello de la vida, esos detalles que nos hacen ser mejores todos
los días. A ese grupo le digo que hoy sigo escogiendo la senda del amor que me
lleva a escuchar una canción de Santiaguito y recordar al novio aquel que nos
besaba excitado en la Escalinata; estrechar la mano de Yoani Sánchez por ser
una mujer valiente que sale de Cuba a decir lo que piensa y regresa con su
esposo e hijo a seguir metida dentro del monstruo, en vez de criticarla y
juzgarla; mover el culo en un concierto de los Van Van con la música que te
enseñó a bailar en la adolescencia, sin llenar editoriales por la estúpida declaración
del estúpido Mayito, mientras en Labana golpean a las Damas de Blanco y eso sí
merece páginas completas de periódicos pa’ que todos se enteren de los actos
represivos del régimen; escuchar hablar a Rodiles en vez de reverenciar a los
ex agentes de la Seguridad Cubana que se sientan en cualquier programa local de
las 8 de la noche a contar los “secretos” del régimen del cual fueron
protagonistas, como si fueran hazañas de guerra; tomarme un café en mi cocina con un
amigo-hermano que vive en Suecia y con un hombre veterano de la Brigada 2506
que prefiere dialogar con nosotros dos que gritar de rabia junto a sus
compañeros de organización; apoyar a cualquiera que presente una idea, un
proyecto que nos una en la causa común de destruir al régimen y que pienso
puede ser desde que Cuba se abra a los viajes del exilio pa’ que nosotros
vayamos allá a contar como se vive en democracia y sembrar la ideología
diferente, hasta recibir a cualquier cubano aquí de visita y dialogar con él
sobre la diferencia de la democracia y el régimen, y que esas ideas le den
vueltas en su cabeza y lo haga dudar. Y lo pienso, porque aprendí hace mucho
tiempo que la rabia, la represión, la desinformación, el bloqueo, la alineación,
la no inclusión y todo lo que mantenga al pueblo cubano aislado, no nos llevará
a solución que elimine al régimen, y sobre todo, porque pienso que la solución
vendrá de adentro, no desde la comodidad del mostrador del Versailles con dos
croquetas cubanas y un cafecito en la mano. Pero eso es tema pa’ otro post y en
este, a ese grupo del exilio les deseo bendiciones pa’ que sigan caminando por
favor, pero bien lejos de mi camino, porque mi grupo del exilio son los
honestos y sensatos.
Y ahora que dije lo que
me dio la gana y repito que es un día jodido pa’ mí, prefiero homenajear a mi
padre y a Santiaguito celebrando la vida, y por eso pondré a los Van Van a todo
volumen, porque mi padre era más de música romántica y casino, y a los dos, les
daré gracias por enseñarme que el amor es la única salvación. Luz y progreso pa’
sus espíritus, y ojalá que donde quiera que estén, no les toque compartir con
los de dos de pulgadas de pensamiento, no porque se negarán a compartir con
ellos o les molestará, sino porque esos, los lobectómicos cerebrales no
apreciarán la alegría de la vida y se pasarán toda la velada buscándole los
defectos… digo yo.