sábado, 15 de febrero de 2014

Cantandole a la vida con mi padre y Santiaguito

Hoy es un día jodido pa’ mí porque es aniversario de muerte de mi padre, pero como hace mucho decidí celebrar la vida en vez de la muerte, aprovecho pa’ escribir esto antes de reventar, como un pequeño homenaje a la vida de mi padre.
Yo me fui de Cuba porque me dio la gana primero, y porque me cansé que me dirigieran el pensamiento y los sentimientos “orientándome” a quien tenía que recibir con una banderita de papel en Boyeros y a quien tenía que darle un mitin de repudio, por quien tenía que votar en las elecciones y por quien tenía que desfilar en las marchas del pueblo combatiente, que tenía que comer y que no tenía que comer, pero sobre todo me fui porque en 1991 entregué todas las membresías de organizaciones políticas y de masas porque no quería que mi vida fuera un eterno CDR y vivir en el miedo.
Justamente por eso también me fui de Mayami, porque los extremos son un uroboros que en su infinitud se repiten y en Mayami, esa ciudad que me encanta llena de buenos amigos, desgraciadamente abundan los CDR de cubanos radicales y fundamentalistas que como buitres -y me apropio del término que soltó alguien por el cibersolar- están al acecho de cualquier cadáver pa’ hacer festín con la carroña, tal y como ahora andan haciendo con Santiaguito Feliú, así como con cualquiera que ellos juzguen que tiene la menor debilidad ideológica, y entiéndase por debilidad ideológica todo lo que no entre en el rango de pensamiento establecido por ellos que desafortunadamente es bien estrecho, tal y como lo es el pensamiento del régimen.
Santiaguito fue ante todo, un artista, grande, que donde quiera que llegara dejaba una estela de luz, colores, versos y melodías, pero sobre todo dejaba una estela de vida, porque era un tipo que amaba y celebraba la vida. Si era rojo, azul o verde, me importa un carajo porque más allá de cualquier ideología, fue un hombre que nunca hizo daño a nadie con sus ideas, ni siquiera a los que disentían de ellas, y supo incluir a todos donde quiera que llegara, con su alegría y su arte. Y eso es justamente lo que tienen muchos que aprender en Mayami, que las ideologías son eso: ideas, y más que las ideas de cualquiera, lo que cuentan son los actos. Y Santiaguito era un tipo que con sus actos hacía que todos los quisieran con amor de verdad. Por eso prefiero mil veces un Santiaguito rojo, tal y como lo era mi padre, que cualquiera verde, morado o azul que con sus actos excluya o discrimine a otro por pensar diferente, ser negro, homosexual, o simplemente ser como a ellos no les gustaría que fueran, y que aprovechan la primera oportunidad, como buitres, pa’ salir proclamando la “manchita” que encontraron y sobre todo festejar el triunfo de descubridores de manchitas aglutinando a la multitud de dos pulgadas de pensamiento a su alrededor. Pero tal y como dijera Alier González en su muro, una mujer valiente que no conozco personalmente, me complace ver que las personas honestas y sensatas a mi alrededor son quienes lamentan la pérdida de Santiaguito y eso pa’ mí es la medida.
Y como la lucidez es mi medida y ya dije que hoy es un día jodido pa’ mí, declaro que prefiero a un Santiaguito rojo como mi padre, porque no me da la gana que el régimen gane y nos mantenga aun fuera de la Isla, como en un eterno CDR, vigilándonos y odiándonos los unos a los otros. No me da la gana que en su senilidad ridícula, Fidel Castro Ruz se regocije porque durante 55 años de represión nos enseñó muy bien la lección de salir a gritar como perros rabiosos contra cualquiera como si fueran los obligatorios dos minutos de odio escritos por Orwell en “1984” pa’ seguir siendo bien vistos y aceptados ideológicamente, y sobre todo no me da la gana que el régimen siga quitándome cosas: mi barrio, mis amigos, mi familia, mi padre, el retorno a mi país, y ahora el recuerdo de todo aquello que me mantenía a salvo sin enloquecer en Labana, aquello que era un oasis dentro de un entorno social y político sin sentido y donde entre tantas cosas salvadoras estaban las canciones de Santiaguito..
También declaro que no me da la gana seguir viendo y escuchando que la rabia de un grupo del exilio siga manchando con su cacareada “pulcritud ideológica” todo lo que fuimos y amamos, al estilo de los sicarios del régimen y a la multitud hambrienta que los apoya. A ese grupo del exilio, lo único que les doy es mi lástima infinita por su incapacidad de amar, de incluir y de unir; mi lástima por su ceguera al no darse cuenta que la muerte de un Santiaguito unió a muchos de mi generación por un día a través del recuerdo de los versos de un trovador que nos hacían pensar diferente al pensamiento oficialista imperante; pero sobre todo lástima porque no pueden apreciar lo verdadero bello de la vida, esos detalles que nos hacen ser mejores todos los días. A ese grupo le digo que hoy sigo escogiendo la senda del amor que me lleva a escuchar una canción de Santiaguito y recordar al novio aquel que nos besaba excitado en la Escalinata; estrechar la mano de Yoani Sánchez por ser una mujer valiente que sale de Cuba a decir lo que piensa y regresa con su esposo e hijo a seguir metida dentro del monstruo, en vez de criticarla y juzgarla; mover el culo en un concierto de los Van Van con la música que te enseñó a bailar en la adolescencia, sin llenar editoriales por la estúpida declaración del estúpido Mayito, mientras en Labana golpean a las Damas de Blanco y eso sí merece páginas completas de periódicos pa’ que todos se enteren de los actos represivos del régimen; escuchar hablar a Rodiles en vez de reverenciar a los ex agentes de la Seguridad Cubana que se sientan en cualquier programa local de las 8 de la noche a contar los “secretos” del régimen del cual fueron protagonistas, como si fueran hazañas de guerra;  tomarme un café en mi cocina con un amigo-hermano que vive en Suecia y con un hombre veterano de la Brigada 2506 que prefiere dialogar con nosotros dos que gritar de rabia junto a sus compañeros de organización; apoyar a cualquiera que presente una idea, un proyecto que nos una en la causa común de destruir al régimen y que pienso puede ser desde que Cuba se abra a los viajes del exilio pa’ que nosotros vayamos allá a contar como se vive en democracia y sembrar la ideología diferente, hasta recibir a cualquier cubano aquí de visita y dialogar con él sobre la diferencia de la democracia y el régimen, y que esas ideas le den vueltas en su cabeza y lo haga dudar. Y lo pienso, porque aprendí hace mucho tiempo que la rabia, la represión, la desinformación, el bloqueo, la alineación, la no inclusión y todo lo que mantenga al pueblo cubano aislado, no nos llevará a solución que elimine al régimen, y sobre todo, porque pienso que la solución vendrá de adentro, no desde la comodidad del mostrador del Versailles con dos croquetas cubanas y un cafecito en la mano. Pero eso es tema pa’ otro post y en este, a ese grupo del exilio les deseo bendiciones pa’ que sigan caminando por favor, pero bien lejos de mi camino, porque mi grupo del exilio son los honestos y sensatos.
Y ahora que dije lo que me dio la gana y repito que es un día jodido pa’ mí, prefiero homenajear a mi padre y a Santiaguito celebrando la vida, y por eso pondré a los Van Van a todo volumen, porque mi padre era más de música romántica y casino, y a los dos, les daré gracias por enseñarme que el amor es la única salvación. Luz y progreso pa’ sus espíritus, y ojalá que donde quiera que estén, no les toque compartir con los de dos de pulgadas de pensamiento, no porque se negarán a compartir con ellos o les molestará, sino porque esos, los lobectómicos cerebrales no apreciarán la alegría de la vida y se pasarán toda la velada buscándole los defectos… digo yo.