martes, 17 de abril de 2007

Dos noticias conmovedoras

Ayer hubo dos noticas que conmovieron Miami, la primera sobre la declaración de unidad que firmaron los opositores en Cuba... pueden leerla en el vínculo... http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/noticias/opositores-presentan-una-declaracion-de-unidad/(gnews)/1176721500

Yo también soy del criterio que la solución de Cuba debe venir de nosotros mismos, los propios cubanos, y aunque sentí mucho la decepción que sufrieron nuestros opositores por la visita del canciller español Miguel Angel Moratinos, a la vez me alegra que esta visita haya sido el empujón que faltaba para que las diferentes organizaciones opositoras en Cuba se unieran en un solo frente. Ahora falta que el exilio logre aunar criterios, ideas y proyectos, (primero entre las organizaciones de fuera), y después con las organizaciones de adentro. De cualquier manera un gran BRAVO para nuestros opositores y que Dios los bendiga y les siga dando fuerzas para la lucha...

La otra noticia es bien triste y ha recorrido el mundo en tan sólo 24 horas... http://www.jornada.unam.mx/2007/04/17/index.php?section=opinion&article=002a1edi
La matanza ocurrida ayer en Virginia Tech no sólo nos enluta y entristece, sino que reinicia el debate sobre el derecho al uso de las armas en este país. Recuerdo el espanto que experimenté cuando me enteré que ese derecho estaba contemplado en la Constitución norteamericana. Nací en un país desarmado, (claro que Fidel Castro desarmó al pueblo por motivos ajenos a la paz, más bien por miedo a un alzamiento) pero de cualquier modo, crecí en un país donde las peleas al calentarse, terminaban a piñazos o cuchilladas y machetazos cuando más. Era violento igual, pero por lo menos podías correr antes de ser alcanzado por el filo del acero y escapar con vida. De tanto vivir rodeada de "violentos desarmados", me volví con el tiempo en una pacifista acérrima (sin llegar a la ingenuidad de pensar que algún día veré el desarme mundial). Pero sí creo firmemente que los políticos que nos gobiernan pueden crear leyes que impidan la compra y posesión de armas, o por lo menos complicar los requisitos exigidos para comprar un arma hasta el punto que las vuelvan inaccesibles para la mayoría. Desde que vivo en este país me preocupa la facilidad que tiene cualquier persona en los Estados Unidos para comprar un arma de fuego (para mi gusto es demasiado fácil) y desde que soy madre, esa preocupación se ha vuelto obsesiva. Si algo de republicana quedaba en mí, ha sido destruida por la politíca agresiva de George W. Bush que en estos casi 7 años de gobierno no sólo ha exportado guerras a otros países, sino que también obvió la prorrogación de una ley dictada por Bill Clinton en 1994 que prohibía la venta de armas semiautomáticas. Reitero, no soy ingenua y sé que las armas son un buen negocio en un país que durante años ha alimentado una cultura de adoración a las armas, un país que ha sido duramente criticado y cuestionado por la violencia que vive y que constantemente nos hace blanco de la misma bombardeándonos con imágenes violentas de todo tipo. Lo que me preocupa es que esta horrible matanza de Virginia Tech sea malinterpretada y en vez de todos unir nuestros esfuerzos para luchar contra las armas que poseemos y vendemos, empecemos a incitar erroneamente un odio racial escudándonos en la nacionalidad del verdugo que provocó esta masacre y obviemos el quid de la cuestión: el derecho que nos ofrece el Imperio a poseer armas. Temo que a raíz de la matanza, otra vez vuelvan los estribillos contra el terrorismo, los inmigrantes que vinimos a este país a ser libres y luchar por una vida que nuestros países natales no nos brindaban, y una vez más seamos los culpables de los males del Imperio. Ojalá que este sangriento hecho nos haga reflexionar a todos y nos encamine a encontrar una solución que acabe de una vez con la violencia, por lo menos que la atenúe y que poco a poco, impida que cualquier mayor de 18 años norteamericano pueda comprar armas de fuego de manera tan fácil como comprar cereal... digo yo.

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